Mi gran actitud egocéntrica

Estaba de camino a casa el viernes pasado después de otro mes de trabajo en Hawái. Es un tedioso vuelo de seis horas desde Honolulu a Seattle. Cuando llegué a mi asiento en la clase económica, había un señor muy grande sentado en el asiento de al lado y aproximadamente en la mitad de mi asiento. Inmediatamente mi actitud egocéntrica entró en acción. Estaba enojado sabiendo que las próximas seis horas iban a ser miserables. Me senté y comencé a echar humo. El caballero se disculpó por su gran tamaño. Medía 6'5″ y pesaba más de 300 libras. Todo en lo que podía pensar era en mi incomodidad durante las próximas seis horas.

Afortunadamente, el Dharma entró en acción. Una vocecita dijo: “¿Por qué no hablas con este tipo y lo conoces?”, especialmente porque prácticamente estaba sentado sobre mí. Durante las siguientes seis horas hablamos. Me contó la historia de su vida y cómo su gran tamaño impactó su vida. No eligió ser tan grande y sufrió terriblemente por ello. Fui al baño dos veces. ¡Pero no pudo usar las instalaciones porque no cabía! Podía imaginar lo incómodo que debe haber estado. De repente, mi desagrado y mi actitud egocéntrica se transformaron en compasión.

Resultó ser un joven muy agradable. Hablamos y hablamos y antes de darme cuenta estábamos aterrizando en Seattle. Mi anticipado y miserable vuelo se había convertido en una experiencia placentera tanto para él como para mí. Todo lo que tenía que hacer era salir de mi pensamiento egocéntrico y tener un poco de compasión por otro ser sensible.

¡El Dharma funciona!