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Nuestro circulo de sufrimiento

Por WP

Círculos con camino y luz en medio de los círculos.
Como el conejo, también corremos en círculos. No solo el tipo de círculos que medimos por la distancia, sino también los círculos mentales y habituales. (Foto por Jen hijo)

Nuestras mentes siempre están ocupadas recordando, planificando, esperando y juzgando. Constantemente analizamos nuestras circunstancias, buscamos respuestas o nos entregamos a nuestro estado de ánimo. Hacemos estas cosas con la motivación de ser felices y evitar el sufrimiento. El problema es que cuando vemos que algo nos está haciendo sufrir no queremos corregirlo. Es como si una vez que encontramos una solución, ya no estamos interesados ​​en solucionar el problema. El problema de repente parece intrascendente. Esto se debe a nuestro miedo a salir de la comodidad de nuestra rutina diaria.

Cuando era niño, mi padre adoptivo solía llevarme a cazar conejos. Una de las primeras cosas que me enseñó fue que un conejo siempre corre en círculos cuando lo persiguen (generalmente un cuarto de milla). Entonces, una vez que los perros de conejo (beagles) comenzaron a rastrear a un conejo, todo lo que tendría que hacer es esperar en algún lugar cerca de donde los perros captaron el olor. En unos 10 o 15 minutos, el conejo pasaba a escondidas, corriendo de un montón de maleza a otra. Y si te lo perdiste (siempre lo hice, estaba demasiado emocionado por poder disparar el arma como para preocuparme por el conejo), entonces todo lo que tendrías que hacer es esperar en ese mismo lugar y después de 15 o 20 minutos más, el el conejo volvería enseguida.

Me entristezco cuando pienso en el conejo corriendo por su querida vida. Su cuerpo temblando, con el pelo empapado de sudor, deteniéndose por una fracción de segundo para recuperar el aliento antes de comenzar su cuarto de milla de sufrimiento una vez más, completamente inconsciente de que más sufrimiento y muerte le esperan.

La razón por la que estoy triste por el conejo es porque no entiende su situación. Si supiera el peligro y la inutilidad de correr su círculo de un cuarto de milla, se detendría de inmediato. Si supiera que todo lo que tiene que hacer para escapar de los perros es correr hacia el arroyo cercano, nadar río abajo unos cientos de metros y cruzar al otro lado, ¡lo haría de inmediato! No pasaría ni un segundo más corriendo el círculo.

Como el conejo, también corremos en círculos. No solo el tipo de círculos que medimos por la distancia, sino también los círculos mentales y habituales. Y como el conejo, nos acostumbramos tanto, nos sentimos tan cómodos en estos círculos que no saldremos de ellos ni aun a riesgo de nuestra propia vida (fumar cigarrillos es un excelente ejemplo).

Pero a diferencia del conejo, conocemos nuestra situación. Sabemos lo que es dañino para nosotros, y tenemos muchos grandes maestros espirituales y enseñanzas disponibles para mostrarnos la forma de escapar de los perros y del tipo con la pistola grande (nuestro círculo de sufrimiento, la rueda del samsara). Por lo tanto, la falta de conocimiento o sabiduría no es nuestro problema. Nuestro problema es que somos perezosos, blandos e indisciplinados. Porque a diferencia del conejo que pone cada gramo de su fuerza en su lucha por liberarse de su sufrimiento, nosotros ni siquiera movemos un solo dedo para liberarnos de nuestra situación. En cambio, terminamos filosofando e intelectualizando sobre nuestros problemas, sin hacer ningún esfuerzo real para solucionarlos. Sin embargo, nos llamamos civilizados y el conejo un animal. ¡Imagínate!

Personas encarceladas

Muchas personas encarceladas de todo Estados Unidos mantienen correspondencia con el Venerable Thubten Chodron y con monjes de la Abadía Sravasti. Ofrecen grandes conocimientos sobre cómo aplican el Dharma y se esfuerzan por beneficiar a ellos mismos y a los demás incluso en las situaciones más difíciles.

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